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CARAS BE (DE SOBRARBE) Camino de Lisé

Camino de Lisé, uno de los proyectos «TRONZADORA» del 2016.

 

En esta entrada vamos a proponer una ruta muy especial: «El camino de Lise». En primer lugar porque se trata de una excursión para todos los públicos, amena y con unas vistas de ensueño, y en segundo lugar porque transita por un viejo camino recuperado gracias a la donación de 30 céntimos que hacemos por cada litro de Tronzadora vendido. La satisfacción que nos produce ver un camino desbrozado, con los pasos recuperados y de nuevo apto para ser recorrido es tremenda. La limpieza del Camino de Lisé, es un proyecto presentado por la Asociación de Cazadores de Plan, que junto al camino de San Fertús y la APP de los caminos de Sobrarbe, son las tres que han recibido nuestra donación del año 2016.  ¡Ya podéis ir pensando en senderos para el 2017!

Aunque el camino no es llano, las pendientes son suaves y el desnivel acumulado no presenta ninguna dificultad.

El punto de salida.

 

Se trata de una ruta circular de 1h 30′ andando con calma, cuyo punto de inicio y fin es la bifurcación de la pista que se dirige a Chía de la que nos acerca a la subida al Ibón de Plan, justo encima de las piscinas del mismo pueblo.

 

El recorrido a vista de pájaro, con el punto de salida a pocos metros de las piscinas.

 

Es un antiquísimo camino que utilizaban los vecinos de Plan para acceder a los “Praus del Lisé”, unos prados con poca pendiente ya en la ladera de la Peña Mediodía. Actualmente aún se hace la hierba en algunos, aunque otros ya han sucumbido al paso del tiempo y la falta de actividad humana y se han convertido en hermosos bosques de pino royo salpicados de abedules, álamos y hayas.

 

Vista de los prados de Lisé desde Chistén.

El camino.

 

Por lo tanto, partiremos de la bifurcación antes mencionada (bajo la Peña de la Bruja)  en dirección Ibón de Plan. Nada más cruzar el barranco del Lisé (seco en verano) y antes de llegar al “Chalet del Francés” nos desviamos a mano izquierda y comienza la subida.

 

Punto en el que nos salimos de la pista de tierra y comienza el sendero.

 

Tras atravesar de nuevo el barranco el sendero incrementa su pendiente entre viejas paredes y diversa vegetación. Pronto podemos apreciar el trabajo que los pobladores de estas tierras hicieron hace cientos de años. Muros de piedra y tramos picados en roca nos transportan a otra época, donde los caminos eran las vías fundamentales de comunicación.

 

Vamos ganando altura y aparecen los primeros prados, algunos aun limpios y trabajados, otros solo distinguibles por los muros que los franquean. Uno de los ramales da acceso a uno de ellos, y podemos tomarlo y llegar al espacio abierto. Cada estación del año nos dará una panorámica distinta; blanca en invierno, verdiblanca en primavera, verde en verano y policromática en otoño. En verano encontraremos la hierba cortada, con su particular olor. Como el único acceso es a través del sendero que recorremos, la hierba aún se tiene que cortar a mano, se “dalla” (dallo/a es la palabra aragonesa que significa guadaña) y se almacena en la borda situada al borde de la propiedad.

El prado con la borda al fondo.

 

Volvemos al camino principal y seguimos ascendiendo. Nos encontramos con tramos en los que el sendero llegó a desaparecer, pero que tras esta recuperación vuelven a estar aptos para el uso. Dejamos atrás los prados y entramos de nuevo en el bosque, sin parar de subir. De vez en cuando se abre alguna ventana que nos permite ver panorámicas preciosas. Mirando al Norte, de Oeste a Este podemos ver la Peña de San Martín, Chistén bajo la falda del Tozal de Igüerra, Culfreda, Montó, el Valle del Ibón del Sen, El Yerri y la Cazania.

 

 

Dejamos otro ramal que empalma con la pista que sube al barranco del Ibón a mano derecha, también recuperado con la donación, y alcanzamos el punto más alto de la ruta, a poco más de 1300 msm. A partir de ahí descendemos por la vertiente Este del cerro, con pendiente constante, hasta toparnos con la pista que viene de Chía por el Collado de Sahún. Quinientos metros más de suave descenso y volveremos al lugar de partida, inicio de la excursión.

 

Pirineo en estado puro.

 

En resumen, se trata de un paseo que podremos dar en cualquier época del año (en invierno podemos necesitar raquetas ya que suele haber nieve en todo el recorrido) con gran cantidad de paisajes singulares y lugares de postal. Por supuesto se podrá hacer en cualquiera de los dos sentidos, aunque por cuestiones de señalización se indicará en el sentido que hemos explicado. Y al acabar ya sabéis, a tomar unas Tronzadoras en cualquier establecimiento del Valle, que ayudarán a limpiar otros recorridos. ¡Salud!

 

 

 

 

 

 

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